Abandonada a los 8 meses de nacida, fue rescatada por un
portero del Teatro Bellas Artes Medellín. Afrodescendiente, pobre, rebelde, y víctima de tortura, encontró en la música clásica la fuerza
necesaria para vivir.
Teresita Gómez nació en Medellín en 1943 y fue adoptada por Valerio
Gómez y María Teresa Arteaga, porteros de Bellas Artes, una de las
instituciones de artes plásticas y música más respetadas de Medellín.
Creció rodeada de arte, en medio de un ambiente musical. En
Bellas Artes aprendió a tocar el piano de oído y allí conoció a grandes figuras
de la música, como Lola Flores, quien le ponía claveles en el pelo.
La Maestra dice con sencillez que ha tocado con Frank
Fernández, que Mercedes Sosa le dedicó Gracias a la Vida y que Alfredo Sadel le
propuso montar una ópera. Conoció personalmente a Débora Arango, a Fausto
Cabrera y a Carlos Vieco. Le montó óperas a Marta Senn y a Carmiña Gallo.
Fue agregada cultural de Colombia en Alemania y en 2005 fue
condecorada con la Cruz de Boyacá. La Universidad Nacional le dio el doctorado
honoris causa.
Ama la ópera y la música de cámara. Baila tango y canta
boleros. Ha sido maestra de piano en Popayán, Manizales y Bogotá, pero la mayor
parte del tiempo trabajó en Medellín, en la Universidad de Antioquia, donde fue
profesora de la Facultad de Artes entre 1994 y 2012.
Siendo agregada cultural de la Embajada de Colombia en la
ex- República Democrática Alemana (1983-87), realizó una importante labor de
divulgación de los más destacados compositores colombianos. Ha realizado
numerosas giras e invitada a numerosos certámenes en representación de
Colombia.
Se le reconoce como divulgadora de música erudita colombiana; sus interpretaciones de Malvaloca y los Intermezzos de Luis A. Calvo son piezas frecuentes en sus conciertos. Su vida ha girado entre las alegrías y los dolores, pero su espiritualidad la mantiene viva.
“A mí me parece que Bach es el pulso del universo, es un
ritmo implacable. Donde nos falle el ritmo del universo, ni el ejército ni la
guerrilla pueden hacer nada (ríe). Bach es un ser religioso, un místico, me da
mucha serenidad. Es el único compositor que te quita la depresión, porque es
mántrico, repetitivo. Por eso es tan bueno para el jazz. La música es antes y
después de Bach.”, Teresita Gómez.